En mi pasado yo estaba obsesionada en hacer a todos felices. Sin importar si los conocía o no, sin importar si hacer felices a otros traspasaba mis límites y me hería… ¡Yo tenía que complacer a todos!
Era muy difícil aceptar que las emociones de otras personas no son mi responsabilidad. Era aún más difícil enfrentarme al conflicto que, en mi mente, venía después de decir que no. Pensar que había decepcionado a alguien me llenaba de vergüenza y culpa. ¿Se puede vivir así? Si. ¿Vas a ser feliz? ¡Absolutamente no!
Para hablar de felicidad hay que hablar de las emociones difíciles que nos hacen tomar decisiones impulsivas, de la vergüenza y culpa. Para hablar de felicidad hay que poner límites y lidiar con la incomodidad de probar algo nuevo. No hay atajos. Por eso hoy te quiero compartir cómo aprendí a decir que no y no sentirme culpable después.
Estas son las 3 formas que yo utilicé para decir no sin atacar mi valía personal:
- Conoce tus necesidades y comunícalas con claridad y cortesía. Si te identificaste con mi pasado, entenderás que pones las necesidades de otros por encima de las tuyas, con esta práctica tú crees que eres buena persona, que ayudas a otros antes de ti, que eres buena esposa, madre, amiga, trabajadora, ciudadana; pero lo cierto es que poner las necesidades de otros antes de las tuyas puede funcionar un tiempo. Después estarás cansada, irritable y frustrada, porque en tus ojos: “tú cuidas a todos y nadie cuida de ti”. No puedes dar a nadie más lo que no tienes y dar todo lo que NO tienes a otros no te hará feliz.
Aprende de ti misma, que te gusta hacer, que no te gusta hacer, que te da felicidad, qué alimentos te ayudan a sentirte con energía y sana. Necesitas tiempo a solas para reordenar tus pensamientos, ejercicio, relaciones de amistad. Conocer y expresar tus necesidades NO te hace egoísta, sino más bien, te hace generosa, porque darás con calidad.
- Pon límites y mantenlos. Bueno, ya conoces lo que necesitas y los comunicas con cortesía a otros. Existirán personas que no les guste que pongas tus necesidades por encima de los de ellos. Por eso debes poner un “hasta aquí”. Tienes que solicitar a otras personas que respeten tus necesidades, sino para que las tienes.
Poner límites es incómodo, esta es la parte donde empiezas a decir no a lo que no te hace sentir bien y no te conviene. Piénsalo así, acabas de limpiar tu casa, se siente fresca, como nueva. Quieres celebrar tu casa limpia invitando a algunos de tus amigos a comer. Pones un tapete en la entrada para que se limpien los zapatos antes de entrar, pero una persona no lo hace y enloda toda tu casa. ¿Qué haces? Le dices que se limpie los zapatos y que te ayude a limpiar otra vez o lo ignoras por temor a que le caigas mal. Una persona sana emocionalmente no tiene pena de expresar su opinión y necesidades con cortesía. No dejes entrar a tu corazón a gente que no quiera limpiarse los zapatos llenos de lodo.
- Ten compasión y observa qué te hace sentir mal. La vida no es perfecta y tú tampoco. No tienes que pretender ser perfecta. El éxito en una vida feliz es tratarte a ti misma con paciencia, respeto, amor y compasión. Todas tenemos un diálogo interno, en todo momento estamos hablando con nosotras mismas en nuestra mente. Observa como te estas tratando. ¿Qué te dices cuando algo no sale como tú querías? ¿Que te dices cuando tu pareja te abusa emocionalmente? ¿Qué te dices cuando comes saludable? Observa cómo te estás tratando a ti misma sin juicios. El ego quiere estar en la eterna posición de víctima, culpar a los demás y decirte que no te ves bien en expresando tus necesidades. Pero tu no eres tu ego. Tu eres lo que tú decidas hacer y en qué te enfocas.
Estos pasos toman tiempo y aprender a decir que no sin sentirte mal no es una una línea recta. Es un eterno aprendizaje. Tómalo así, como aprendizaje.
Por tu felicidad radical,
Kiriosa.